sábado, 25 de agosto de 2012

Literatura, escritura y autobiografía en Richard Ford





Richard Ford (1944) es uno de los escritores de más prestigio de la literatura norteamericana. Autor de seis novelas y varios libros de relatos, Ford es conocido sobre todo por las tres novelas protagonizadas por Frank Bascombe: El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias, tres magistrales narraciones sobre la vida contemporánea en Estados Unidos, una veraz radiografía sociológica e íntima de parte de la sociedad americana, de sus sueños, de sus frustraciones vitales y familiares y, sobre todo, del mundo psicológico de su desencantado protagonista. Si últimamente se ha hablado mucho de la novela Libertad, de Jonathan Franzen, como la redonda novela americana, recomendaría a los que no han leído a Richard Ford que lo lean y comparen. Al lado de Ford, Franzen es un hábil manipulador empeñado en imponer con brochazos sus explicitas moralejas.
Este volumen, Flores en las grietas (1), subtitulado “Autobiografía y literatura”, reúne un conjunto de textos memorialísticos y ensayísticos en los que Ford reflexiona sobre su vida, la literatura y la escritura.
Ford es uno de los más destacados representantes de lo que se ha venido en llamar en Estados Unidos “realismo sucio”, corriente literaria más extendida de lo que parece que muestra los aspectos más desolados de la experiencia humana, con una tendencia a la falta de entusiasmo, al estoicismo vital y a la desilusión. No es de extrañar que estos escritores tengan como maestro indiscutible al ruso Chéjov, como confesó en repetidas ocasiones otro de los más importantes integrantes de este tipo de literatura, el también norteamericano Richard Carver, autor de magistrales libros de relatos que, como los cuadros de Edward Hopper, reflejan el estado de ánimo de unos personajes y una sociedad sumergida en la cotidiana abulia y grisura de sus vidas.
En Flores en las grietas, se recogen dos ensayos de Ford dedicados precisamente a Carver y Chéjov. El de Chéjov explica el creciente interés que despierta en la actualidad su literatura, pues resume mejor que ningún otro escritor incluso contemporáneo una actitud ante la vida exenta de grandes expectativas. Para Ford, “Chéjov no es famoso por el estilo aforístico, parece preferir con mucho la insistencia en la manera en que la vida lucha sin heroísmos por la normalidad a ofrecer momentos de excepcionalidad”. El texto procede de una introducción que escribió para una antología personal de los relatos de Chejov.
El dedicado a su amigo Raymond Carver tiene un tono muy personal; recuerda cómo se conocieron, las numerosas veces que coincidieron, sus conversaciones, cómo Carver asimiló el súbito éxito de sus relatos, su influencia en la narrativa de Ford, la noticia de su muerte... Resultan muy agudas sus observaciones sobre lo que aportaban los relatos de Carver, que tanto influyeron en la propia literatura de Ford. “Y a mi juicio –escribe el autor de Flores en las grietas- la cualidad más llamativa de los cuentos de Ray no era que se inspiraran en la vida, ni que fueran más o menos desesperados o sobrios (muchas veces no eran en absoluto sobrios), sino más bien que constituyeran una confirmación personal de su autor, la inquebrantable elección que éste hacía del arte –el cuento- como consuelo de la vida, como agente de belleza”.
También se incluyen otros dos ensayos a comentar la literatura de otros dos grandes escritores norteamericanos con los que Ford se siente identificado. Uno de ellos está dedicado a James Salter y el otro a analizar detenidamente la mejor obra de Richard Yates, Vía Revolucionaria, obra muy emparentada con las intenciones estéticas del realismo sucio.
Además de novelista, Ford también ha escrito muchos cuentos y ha reflexionado sobre el relato corto en la literatura actual. A este tema dedica también un ensayo, en el que demuestra su conocimiento de la técnica del relato y su valoración de algunos cuentistas norteamericanos actuales. Y también su respeto por un género que, quizás mejor que ningún otro, “fortalece nuestra fe en el arte y el misterio de la vida”.
Por último, este libro incluye también algunos recuerdos familiares –como las estancias veraniegas con su abuelo, que regentaba un hotel en Little Rock, y algunos ensayos dedicados directamente a analizar aspectos muy relacionados con su trabajo como escritor. En uno de ellos aborda la misión que, en un contexto actual de descrédito de la literatura como manifestación globalizada del ser humano, Ford señala que su obligación como escritor “no es halagar al lector ni crear modelos positivos”, sino, por encima de todo, conmocionar y “crear incomodidad”.
Todos estos textos, con sus matizaciones, explican las influencias y algunas claves, suficientes, para entender mejor la literatura de Richard Ford, uno de los grandes de la literatura norteamericana actual. Adolfo Torrecilla

(1) Richard Ford, Flores en las grietas. Anagrama. Barcelona (2012). 224 págs. 17,90 €.



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