viernes, 13 de junio de 2014

Feria del Libro. Diez novelas de autores franceses e italianos



1.- Jean Echenoz, Correr. Crónica de la vida deportiva del atleta checoslovaco Emil Zatopek, corredor que comienza a destacar en 1946. El libro no es una biografía, sino más bien una crónica rápida, hecha de instantáneas de su vida y su ambiente, desde la perspectiva de la actividad deportiva del protagonista. A la vez, la narración describe certeramente la situación política de Checoslovaquia como satélite de la URSS, las repercusiones de la actividad de Zatopek para el régimen de Praga y las limitaciones y desencuentros que el protagonista tiene por sus opiniones políticas. Con un estilo semejante y también con un original planteamiento novelístico ha publicado Relámpagos y 14. (Anagrama. 140 págs. 2010).


2.- Amélie Nothomb, Ácido sulfúrico. Un buen día, se producen en la calle redadas al azar y a los detenidos se les amontona en vagones de ganado. Es la preparación de un nuevo programa de televisión, Concentración, que reproduce el ambiente de los campos nazis de prisioneros. En medio de este sinsentido, Nothomb centra su atención en dos jóvenes, la kapo Zdena y la heroína sufriente Pannonique, que desempeñan papeles bien distintos. La novela es, entre otras cosas, un golpe a la esencia de los programas espectáculo, al morbo del espectador por inmiscuirse en intimidades ajenas hasta el punto de sufrir y gozar en medio de la abyección. (Anagrama. 166 págs. 2007).


3.- David Foenkinos, La delicadeza. Foenkinos cuenta la historia de Nathalie, una mujer especial, enamorada de François, con el que se casa. A los siete años, sin embargo, François muere atropellado. Natalie atraviesa un período negro, depresivo, que desaparece cuando encuentra de nuevo el amor. Esta vez es Markus, un sueco afincado en París. Lo realmente valioso de esta novela es la intimidad de los protagonistas, que se despliega en toda su riqueza y complejidad, mostrando las dudas, temores, incomprensiones, malentendidos y la incoherencia que en mayor o menor grado hay en todos los hombres. (Seix Barral. 218 págs. 2011).


4.- Philippe Claudel, La nieta del señor Linh. Novela corta con un contenido más amable que la anterior de este autor, Almas grises. Es una fábula realista que se desarrolla cuando el señor Linh llega con su nieta de tres meses a una ciudad occidental, refugiado de una contienda que tiene lugar en un país del extremo oriente. La guerra ha acabado con todo lo suyo, excepto con la niña. Aislado de los ciudadanos que le acogen por el idioma y de otros compatriotas también refugiados por la indiferencia, el señor Linh coincide en el banco de un parque con otro solitario, un viudo llamado Bark, un hombre de que va a ser su gran amigo. (Salamandra. 126 págs. 2006).


5.- Michel Houellebecq, El mapa y el territorio. Quinta novela, premio Goncourt 2010, que publica Houellebecq, escritor famoso por sus libros y por las polémicas que suscita. Su protagonista es Jed Martín, un artista solitario, con pocas ganas de triunfar y sobresalir. Cuando se decide a hacer una exposición de sus trabajos, desea que el catálogo se lo redacte el escritor Michel Houellebecq, que vive apartado en Irlanda y al que visita. Houellebecq vuelve a ofrecer una visión desolada de las relaciones humanas y sociales y un análisis desencantado de la sociedad actual. Sin embargo, fijándose en esos agujeros negros, hay en su literatura una atrayente melancolía y una cierta nostalgia de que las cosas, para el hombre moderno, podrían ser de otra manera. (Anagrama. 384 págs. 2011).


6.- Irène Némirovsky, Suite francesa.  En esta novela, que comienza con la entrada de los alemanes en París en junio de 1940, se cuenta cómo afectaron la derrota, el exilio y la ocupación a algunos representantes de la alta burguesía rusa residente en Francia (como la propia autora). Némirovsky, de origen judío, no tuvo tiempo de terminarla pues fue deportada a Auschwitz, donde murió en 1942. A pesar de que está inacabada, se trata de una obra madura en su concepción y en la calidad de la escritura. Tras esta novela se han recuperado casi todos sus libros, entre los que destacamos El vino de la soledad, El baile y David Golder. (Salamandra. 433 págs. 2005).


7.- Giani Stuparich,  La isla. Un padre y un hijo se reúnen para pasar unos días en la isla natal del padre. Aquejado de una grave enfermedad, este quiere reencontrarse con sus raíces y, de paso, despedirse de sus recuerdos. La angustia de un hijo que ve a su otrora fornido padre derrotado por un cáncer se ve compensada por la ternura de un padre que, aun sabiéndose moribundo, conserva un porte noble, orgulloso de ver a su hijo convertido en un hombre. (Minúscula. 123 págs. 2008).



8.- Eugenio Corti, El caballo rojo. Con un trasfondo autobiográfico, se relatan las vicisitudes de la familia Riva. Gerardo, el padre, es un industrial preocupado por llenar de sentido cristiano el mundo empresarial; junto a él, Giulia (la madre), siempre desviviéndose por los demás, y sus siete hijos, además de Manno, el sobrino huérfano que vive con ellos. Ambrogio, el hijo mayor, y Manno, que acaban de iniciar los estudios universitarios, tienen que interrumpirlos para ir a la guerra. La descripción de la campaña de Rusia resulta estremecedora. El caballo rojo es una novela importante: por la síntesis y la crítica de unos años decisivos; por la calidad literaria mantenida desde el principio hasta el final. (Ciudadela. 1.088 págs. 2007).



9.- Antonio Tabucchi, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro. Reedición de una de las novelas más populares de este escritor italiano, una inteligente y personal incursión en la novela policiaca. La narración tiene como cañamazo el encuentro de un cadáver decapitado en Oporto. Firmino, que trabaja en un periódico de sucesos, se traslada desde Lisboa para escribir unas crónicas sobre esta trágica muerte, relacionada con un turbio asunto de tráfico de drogas y corrupción policial. Pero el protagonismo de la novela lo tiene Loton, un abogado de procedencia aristócrata, de exquisita formación intelectual y de convicciones anarquistas. Una interesante novela, con sus dosis de intriga y filosofía.  (Anagrama. 208 págs. 2012).


10.- Alessandro D’Avenia, Cosas que nadie sabe. Novela que se puede llamar juvenil, pues un hilo argumental es el enamoramiento entre dos adolescentes, pero que sobre todo es una novela sobre matrimonios que comienzan, matrimonios que duran y matrimonios que se rompen. Los protagonistas son Margherita, una chica que comienza el instituto, cuyo mundo se desmorona cuando su padre se marcha de casa; Giulio, un chico huérfano que vive en un centro de acogida; y un joven profesor de literatura que no se atreve a casarse con su novia. La novela habla mucho y bien de literatura. Y también de la construcción de una vida en común. Con un planteamiento también juvenil, merece destacarse también Blanca como la nieve, roja como la sangre. (Grijalbo. 334 págs. 2013).


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